Servicio público y cohesión social frente al colapso
Antes de las sanciones, Iraq gozaba de uno de los mejores sistemas públicos sanitarios del mundo en desarrollo, gratuito, atendido por profesionales de alta cualificación (en su mayoría, formados en el extranjero) y bien dotado de medios. La cobertura sanitaria era del 97 por ciento en las ciudades y del 78 por ciento en zonas rurales.
Las sanciones determinaron una reducción del presupuesto en sanidad del 70 por ciento. Un tercio de las camas hospitalarias tuvieron que cerrarse, y los pacientes tenían que aportar la ropa de cama y su comida, cuando no la anestesia si iban a ser operados. Al entrar en los centros sanitarios llamaba la atención su fuerte olor: se fregaban con gasolina diluida en agua, dado que no se podían fabricar o estaba prohibido importar detergentes por incluir productos susceptibles de uso militar, como el cloro.
El impacto de las sanciones económicas sobre las prestaciones sanitarias de la población iraquí puedo afrontarse colectivamente gracias al civismo y la cohesión social. Familiares y enfermos mantenían una paciencia y comprensión inquebrantables, mientras que el personal sanitario —impotente y perplejo ante su repentina incapacidad para atender a la población, pese a su excelente cualificación— eran un ejemplo de tesón y dedicación.
Desde el inicio de las sanciones en agosto de 1990 y una vez consumidos los stocks almacenados, habrá que esperar a mayo de 1997 para que entren en Iraq los primeros medicamentos autorizados por el CS de NNUU en el marco del programa «petróleo por alimentos». Su distribución se hacía por unidades sueltas, nunca por tabletas o cajas completas. La accesibilidad fue mayor, pero de todo punto insuficiente, particularmente para los enfermos crónicos y los ancianos y ancianas. Los anaqueles de las farmacias y de los centros de salud permanecieron vacíos. Cualquier afección leve a cualquier edad determinaba indefectiblemente la muerte, en torno a una media anual de 50.000 muertes adicionales en mayores de 65 años, más de 750.000 muertes adicionales según estadísticas gubernamentales.