Rabel (madera, crin de caballo, alambre de latón)
Los rabeles son instrumentos de cuerdas frotadas, cuyo uso aún se conserva en la Península Ibérica, especialmente en las zonas correspondientes a las cabeceras de las antiguas cañadas reales: Gredos, Sierra de Francia, Sierra de la Demanda, Campoo (entre Cantabria y Palencia), norte de León y sur de Asturias, presentando una gran variedad en cuanto formas, tamaños y afinaciones.
El rabel que mostramos fue fabricado en Reinosa (Cantabria) por Tomas Macho de madera de tronco de hiedra y está primorosamente labrado.
La fabricación del rabel se ha ido adaptando al entorno y a los medios disponibles. Inicialmente se hacían a partir de un tronco de madera y en una sola pieza se tallaba la caja de resonancia y el mástil, en cuyo extremo se colocaban las clavijas para afinación.
La caja se ahuecaba y sobre ella se colocaba una tapa, de piel seca tensada. Las cuerdas, entre una y tres eran de crin de caballo o tripa. Con la aparición de los recipientes de hojalata, se comenzó a utilizar este material más duradero, procedente de envases en desuso para sustituir a la piel. Y cuando hubo posibilidades se hacía de una fina tabla de madera. Lo mismo sucedió con las cuerdas para las que también se empleó alambre metálica, procedente de cable de freno de bicicleta.
Se hacen sonar frotándolas con un arco hecho de una fina vara de árbol dotado de crines de caballo que se impregnan en resina o pez procedente de la savia de algunos árboles. Pero también se encuentran de otros materiales como varillas de paraguas y sedal de pescar.
Hoy en día, algunos rabeles modernos se construyen con técnicas propias de luthier.