Parteras y «agua de socorro» en el cambio de siglo de una parroquia salmantina
VI Nacer, morir, volver a nacer
De 1670 a 1730, los párrocos de la iglesia de San Sebastián, en la localidad salmantina de Mieza, asentaron un total de 1705 bautizos. De entre los cristianados, 226 recibieron el sacramento de urgencia al poco tiempo de nacer. El índice más alto de estos bautismos en circunstancias extraordinarias se dio entre 1700 y 1710: de 276 bautismos, 48 fueron de urgencia, es decir, un 17,39 por ciento.
El bautismo de emergencia no siempre era anuncio de una muerte inexorable. Si un niño, contra lo previsto, sobrevivía y salía adelante, el párroco repetía el sacramento sub conditione o completaba el que se hizo de urgencia. El número de estos bautismos confirmados a posteriori variaba en función del primer bautista: los clérigos gozaban de más confianza que las comadres a la hora de darse por bueno un sacramento administrado con prisa en un ambiente convulso.
No es posible equiparar los bautismos de urgencia con la tasa de mortalidad infantil en la primerísima fase de vida. Sin embargo, la frecuencia de este tipo de acristianamiento nos da una idea del número de partos que se complicaron y de niños que nacieron con una salud precaria.
El «agua de socorro» solía administrarla la matrona o un clérigo que se hallara cerca, pero, en cuanto a su cuota, las parteras se batieron en retirada; el balance comadre-cura en el periodo observado fue alterándose en su detrimento: veinte bautismos de urgencia oficiados por una comadre entre 1680 y 1690 (un 46,51 por ciento del total), siete (16,67 por ciento) en la segunda década del siglo XVIII y ninguno entre 1720 y 1730. Acaso indiquen esas cifras un cambio de mentalidad y un retroceso de la autoridad espiritual femenina. [Wolfram Aichinger y Karin Fuchs]
Bautismo de urgencia en Mieza (Salamanca), 1670-1730, según los registros parroquiales digitalizados por FamilySearch y elaboración de de Karin Fuchs