Boda de hidalgos en Begoña
I Procreación
En el centro del cuadro se observa el evidente embarazo de la novia, quien está contrayendo matrimonio en la Basílica de Nuestra Señora de Begoña, en Bilbao. Por eso, el cuadro es conocido como «Boda de hidalgos en Begoña» y también los «Los esponsales».
La identidad de los contrayentes es anónima, pero el indiscutible estado de la mujer no debería sorprendernos, ya que en el Antiguo Régimen las relaciones sexuales premaritales eran habituales. La mujer vasca se casaba, de media, en torno a los 26 años, por lo que, muchas tuvieron relaciones previas al matrimonio; algunas, como consecuencia de la pasión entre la pareja y, en otros casos, con un objetivo más concreto: acreditar la fertilidad de los futuros contrayentes. No estamos ante un asunto insignificante, ya que la falta de descendencia era uno de los motivos por los que la Iglesia Católica admitía la nulidad dentro del sacramento matrimonial.
El cuadro refleja que el nacimiento iba a suceder después de un enlace nupcial, pero eso no siempre era así. De hecho, en el norte peninsular, especialmente en Galicia y en los territorios vascos, la tasa de ilegitimidad era muy alta. En el caso vasco, hubo pueblos donde un tercio de los bautizados habían nacido fuera del vínculo sacramental del matrimonio. Además, la documentación de los Archivos Diocesanos (para el caso vasco se encuentran en Calahorra y en Pamplona) refleja que el sexo prematrimonial no estaba mal visto, siempre que el novio cumpliese con la promesa de matrimonio; cuando el enlace no tenía lugar, muchas mujeres acudían al tribunal del obispo para compelir al novio a cumplir la promesa de matrimonio realizada con anterioridad. [Nere Intxaustegi]