Muros de piedra y techo de castañuela 

Muros de piedra y techo de castañuela 
Años 1960-70. Petra Ríos Silva y Antonio Ríos Corrales ante una choza en la Sierra de Toriles, El Pedregoso (Tarifa, Cádiz), junto a gallinas, patos y un perro © Nina Campano Rios

Muros de piedra y techo de castañuela 

A media ladera de la Sierra de la Plata y mirando hacia la campiña interior, en otros tiempos ocupada por densos bosques de alcornoque, encina, acebuche y lentisco, hay huellas arqueológicas de población muy reciente: decenas de viviendas, hornos de piedra, fuentes, pozos, lavaderos, corrales, muros y senderos. Al menos desde el siglo XIX cientos de familias vivieron aquí en pequeños poblados de chozas con muros de piedra y techado de castañuela (Scirpus maritimus), protegidos de los persistentes vientos de Levante y Poniente por escarpados farallones rocosos. Sus habitantes se cuidaron con remedios naturales y dieron luz en la oscuridad de su choza, en la penumbra de un candil de aceite o a la sombra de un árbol cercano.

Regaban sus pequeños huertos acarreando agua desde manantiales próximos y cocían el pan en hornos comunitarios de piedra arenisca. Usaban cuerda confeccionada con hoja de palmito y, si habían de salir de noche, se alumbraban con rudimentarias antorchas. Aprendieron a hacer cuentas, escribir y leer sin escuelas. No llegó a existir alumbrado público ni dotaron de nombres a los caminos más transitados entre las chozas. Nunca se instalaron canalizaciones de agua corriente ni saneamiento. Estas familias subsistían criando animales, y con pequeños rebaños y huertos, además de los ingresos temporales de trabajos precarios en los cortijos cercanos.

Hoy en día muchas personas que pasaron su infancia y juventud en estos poblados residen en pueblos de la comarca del Campo de Gibraltar o en ciudades como Sevilla, Pamplona o Barcelona. Testigos privilegiados de un tiempo ignorado y silenciado. De una forma de vida que confirma la capacidad humana para auto-organizarse y apoyarse, y que permite salir adelante en contextos de gran adversidad.

 

Beatriz Díaz, bióloga ambiental e investigadora autónoma