Meta 6.3: mejorar la calidad del agua (II)
Actualmente se puede asegurar que más del 80% de las aguas residuales generadas por las múltiples actividades humanas en nuestro planeta —sean urbanas, industriales, mineras o agrícolas— son vertidas a ríos, lagos o al mar de forma directa o indirecta y sin ningún tipo de tratamiento.
La preocupante visión, incluso desde los aviones que cruzan nuestros grandes océanos, de grandes manchas con forma de Islas en el mar conformadas por platicos, son la prueba más evidente y mediática que actualmente tenemos como rastro de esos vertidos. En los numerosos viajes que ha realizado el autor, favorecido por su afición a disponer de asiento con ventanilla, desgraciadamente ha sido testigo de la cada vez más frecuente presencia de estas islas de basura.
Con esta Meta se pretende mejorar la calidad de las aguas continentales y marinas, preservando tanto la salud de los ecosistemas como la humana, y para ello se compromete la eliminación, la minimización y la reducción de todo tipo de residuos contaminantes que se vierten en las masas de agua.
La imagen es un grito de lamento recogido en las proximidades de una fuente natural camino de la frontera de las Mesillas, Departamento de Huehuetenango, entre Guatemala y México. Toda América Central, exceptuando tal vez Costa Rica, carece de un sistema de protección de la calidad de las aguas eficaz, dejando en manos de la buena voluntad de las poblaciones locales la protección de los recursos hídricos, que, a pesar de lo loable y admirable del gesto que recoge la foto, son totalmente insuficientes para abordar una buena protección de las aguas.