Melancolía: la depresión en el embarazo y puerperio

Melancolía: la depresión en el embarazo y puerperio
Entre 1532 y 1562. «La tristeza y el dolor castigando a Psique». INVENT/6971. Maestro del Dado, Michiel Coxcie, Raffaello, Antonio Salamanca. © Biblioteca Nacional de España /Biblioteca Digital Hispánica

Melancolía: la depresión en el embarazo y puerperio

V Acogida y primeros vínculos

 

En la Europa de los siglos XVI y XVII las publicaciones médicas describían la melancolía como una enfermedad. Sus dos síntomas principales eran el miedo y la tristeza extremos, provocados bien por un exceso de «bilis negra», bien por la influencia del demonio. Era, por tanto, un mal con un origen físico y espiritual que debía tratarse desde esta doble perspectiva.

Durante el embarazo las dos causas principales de lo que después se llamaría depresión perinatal eran, primero el miedo al dolor y a la muerte en el parto, «miedos repentinos», sobre los que escribió Luisa Oliva de Sabuco en Nueva filosofía de la naturaleza del hombre (1587), provocados por la imaginación; o, segundo, el temor no solo a perder la criatura, sino que esta muriera sin recibir las aguas salvíficas del bautismo. Como se describía en una obra sobre la vida y milagros de san Nicolás Tolentino, una mujer que «paría todos sus hijos muertos», «estaba desconsolada y muy triste», sin poder superar el trance por no poder bautizarlos. Además, tras nacer la criatura, la «depresión posparto» podía derivar en una psicosis, como aquella mujer que “quedó de un parto tonta y sin sentido alguno” y hacía tales cosas que la tuvieron que encadenar hasta que pudo salir de aquel pozo después de rezar una novena a san Diego de Alcalá.

Para atender los problemas de las embarazadas y parturientas afectadas por la depresión, se ofrecieron diversas alternativas: los médicos recomendaban soluciones farmacológicas y psicológicas: paseos por huertas y riberas de los ríos, la música, una buena conversación; por su parte, los teólogos animaban a la oración, a rezar santos intermediarios, y a confiar en la acción divina a través de los milagros. En ambos casos, la comprensión, el apoyo, el consuelo eran fundamentales para superar un momento difícil. [Jesús María Usunáriz Garayoa]