Magia erótica y heroínas trágicas
II. La magia en la vida cotidiana de las mujeres
La mujer en la literatura constituye de por sí un otro y, normalmente, representa un personaje en los límites que sirve de contrapunto del héroe, así como de la autopercepción del hombre y sus virtudes. La literatura, en contra de las evidencias arqueológicas, presentará a las mujeres como las mayores usuarias de magia y, especialmente, de magia de tipo erótico.
En la tragedia, las heroínas recurrirán a la magia como una solución desesperada, destinada a retener a sus parejas o atraer el objeto de sus deseos, lo que las tipifica de forma muy negativa.
En la tragedia de Sófocles Traquinias (vv. 569 ss.) Deyanira, la mujer de Hércules, engañada por las palabras del centauro Neso antes de morir, utiliza la sangre de este como un filtro amoroso destinado a atraer de nuevo a su marido. Sin embargo, ella misma se debate sobre el hecho de recurrir a la magia al entender que es algo peligroso e ilegítimo, y establece una interesante distinción entre el hecho de saber hacer estos brebajes o solo utilizarlos:
«¡Ojalá no sepa yo nunca malos ardides, ni los llegue a aprender! Aborrezco a las que los llevan a cabo» (Traducción de J.S. Lasso de la Vega).
Asimismo, Fedra (Eurípides, Hipólito, vv. 509ss.) será tentada para recurrir a la magia erótica por parte de su nodriza, quien le insinúa que se deje aconsejar y use los filtros sin querer saber más. Ese hecho de «saber de más» es una marca de estigmatización sobre la mujer y podía acarrear consecuencias legales.
A ese «conocimiento ilegítimo», además del miedo y sospechas hacia lo que una mujer pudiera hacer en la intimidad de su casa, se unirán múltiples características marginales como la extranjería, la esclavitud, la vejez o la viudedad para crear un potente estereotipo literario femenino.
Raquel Martín Hernández y Miriam Blanco Cesteros