Los primates, un orden de especies encefalizadas
Si regresamos a la figura del trabajo de Martín de 1981 mostrada en el El concepto de encefalización, una manera de cuantificar el grado de encefalización de las especies mamíferas es por medio de los denominados «residuos» del tamaño cerebral, es decir, la distancia de cada especie (también de un taxón) a la recta —por encima o por debajo de ella— que relaciona los valores de los tamaños cerebral y corporal tras su transformación logarítmica. Es sencillo de apreciar visualmente: las especies primates se sitúan mayoritariamente por encima de la recta, es decir, tienen en general grandes tamaños cerebrales relativos (elevados residuos positivos).
Los primates pueden así caracterizarse como un orden encefalizado en su conjunto, con cerebros entre dos y tres veces mayores que los correspondientes a sus tamaños corporales. Este crecimiento cerebral corresponde especialmente a la corteza cerebral (o córtex), de 3 mm de grosor, formada por varias capas paralelas de neuronas que recubren con sus circunvoluciones los hemisferios cerebrales (el encéfalo) y que es exclusiva de los mamíferos. En términos evolutivos, el cerebro de los primates se expandió plegándose sobre sí mismo, al tiempo que se desplazó hacia atrás y hacia abajo.
Sin embargo también es cierto que especies de otros órdenes mamíferos (carnívoros, quirópteros, roedores, etc.) están tan encefalizadas o más que los primates (como también puede apreciarse en la figura de Martin), pero no el conjunto del orden al que pertenecen. Los cetáceos (un orden propio hasta que en los años 90 del siglo pasado fueran incluidos en Artiodactyla como suborden) incluyen especies muy encefalizadas, con altos valores residuales positivos, incluso superiores a los de los primates. Se trata en concreto de los miembros del parvorden Odontoceti, los odontocetos (delfines, orcas, calderones, marsopas, etc., como los que muestra la imagen superior), cetáceos dentados depredadores que tienen grandes cerebros relativos, en claro contraste con los misticetos o «ballenas barbadas» (el otro parvorden cetáceo, Mysticeti), con residuos negativos. De hecho, los mamíferos que más se aproximan a la extrema encefalización de nuestra especie son odontocetos, no otros primates, como de nuevo puede apreciarse en la figura de Martin. Mientras que en los primates fue la especialización visual lo que impulso el desarrollo cerebral, en los odontocetos lo fue la ecolocalización.
En el orden Carnívora, los pinnípedos (la superfamilia de focas, morsas y osos, lobos y leones marinos), mamíferos igualmente adaptados a la vida acuática marina, están también muy encefalizados.
La característica esencial de la encefalización primate es que el crecimiento del cerebro es particularmente intenso durante la etapa fetal, de tal manera que cualquier primate tiene al nacer un cerebro correspondiente al 10-12% de su peso corporal, el doble que el de otro mamífero de su mismo tamaño corporal (como puso de manifiesto por primera vez Sacher). Los primates son precociales extremos: salvo nuestra especie, dan a luz a crías muy desarrolladas, predominantemente una única, aunque también hay especies con camadas de dos fetos (las del otro suborden primate distinto al nuestro —Strepsirrhiini, los estrepsirrinos— y solo algunos monos americanos en el nuestro —Haplorrhini, los haplorrinos—).
Tras el nacimiento, el crecimiento cerebral se ralentiza en los primates en relación con el crecimiento del resto del organismo. Por el contrario, algunas especies mamíferas no primates mantienen durante su etapa de desarrollo postnatal un crecimiento cerebral muy intenso, aproximándose o superando a los primates en su tamaño cerebral adulto, como es el caso de los cetáceos odontocetos. [Carlos Varea]