Los primates, «mamíferos atípicos»
La Ley de Kleiber relaciona el metabolismo de un organismo (‘Y’) con su tamaño corporal (‘W’) según la ecuación Y= bWa. En esta ecuación ‘a’ es el coeficiente alométrico (0,75) y ‘b’ la constante de proporcionalidad. Mientras que el valor de ‘a’ es universal, el de ‘b’ varía en función de las características metabólicas de los grandes grupos de organismos, de tal manera que animales que comparten un mismo tamaño corporal pueden tener ciclos vitales muy diferentes (como puede revisarse en la figura de Cuerpos y metabolismos: la Ley de Kleiber).
Eric L. Charnov denominó a este segundo parámetro ‘b’ «coeficiente de crecimiento», ‘A’, que describió como la intensidad de la tasa de producción energética. En su modelo, la energía disponible tras el destete para crecer o para reproducirse es una fracción de la energía metabólica total, que viene determinada por su tamaño corporal según la ecuación:
dW/dT = AW0,75
siendo dW/dT la tasa de producción de energía y ‘A’ el coeficiente de crecimiento, que Charnov estableció que era aproximadamente igual a 1 en los mamíferos.
Sin embargo, mamíferos de similares tamaños corporales tienen historias de vida muy contrastadas. Un ejemplo son los murciélagos, de muy pequeños tamaños corporales (desde dos gramos a un máximo de 1,2 kilos) pero de largos ciclos vitales. El otro ejemplo lo aportan los primates, con un valor de 0,42 para ‘A’. Los primates tienen la mitad de nacidos por año que mamíferos de su mismo peso corporal, y madre y cría tardan el doble de tiempo en alcanzar el peso promedio mamífero de destete. Requieren el doble de tiempo para alcanzar un mismo peso corporal y una misma edad reproductora. Finalmente, tienen una etapa adulta que duplica en duración la de cualquier otro mamífero de su mismo peso.
Literalmente, los primates crecen y se reproducen a la mitad de velocidad que otros mamíferos del igual tamaño, y tienen ciclos vitales que al menos duplican a los de otros mamíferos de su mismo peso. Si buscamos en la obra superior, encontraremos a un primate (de América del Sur, los conocidos entonces) montado sobre un elefante. Si nos remitimos a nuestro pariente más cercano, una hembra chimpancé tiene una edad de maduración sexual y una longevidad apenas inferiores a las de una elefanta africana, que pesa cien veces más.
¿Por qué mamíferos de similar tamaño corporal (es decir, con un mismo coste metabólico materno) optan por tener muchas crías de rápida maduración y otros, una o dos de lento crecimiento? Murciélagos y primates son, según Charnov, «mamíferos atípicos». Para los primeros, la explicación quizás resida en su capacidad para volar, lo que reduce su mortalidad. Para los segundos, como el propio Charnov argumentó junto con David Berrigan en su trabajo de 1993 en Evolutionary Anthropology, puede deberse a la demanda energética de sus grandes cerebros relativos. A esta hipótesis dedicaremos la segunda Galería de este Sala, denominada ‘Historia de vida y ciclos vitales en primates no humanos‘. [Carlos Varea]