La tablilla de maldición de Pela, Macedonia, siglo IV a.n.e.

La tablilla de maldición de Pela, Macedonia, siglo IV a.n.e.
Fecha desconocida. Imagen de la laminilla de plomo desenrollada (20 x 5cm) descubierta en 1986 por la arqueóloga María Akamati en el ágora de la ciudad de Pela. Además del interés que despierta su contenido, se trata de uno de los pocos textos escritos en el griego de Macedonia. Actualmente se encuentra en el museo arqueológico de Pela © 'Creative Commons'

La tablilla de maldición de Pela, Macedonia, siglo IV a.n.e.

II La magia en la vida cotidiana de las mujeres

Las tablillas de maldición son documentos muy modestos, de pequeño formato, grabados en plomo, un material barato, en el que se escribía con un punzón fácilmente. Contienen maleficios lanzados contra personas cuyos nombres aparecen mencionados. Los estudiosos llaman a estas tablillas defixio o defixiones con el término latino o el griego katádesmos o katádesmoi. Se utilizaron a lo largo de muchos siglos tanto en Italia como en Grecia y la más antigua se fecha en torno al año 500 a.n.e. En Atenas las más recientes son del siglo V ¡de nuestra era! Se emplea el latín o el griego, según el lugar y la procedencia de los clientes

Estas tablillas se utilizaban como complemento a acciones judiciales emprendidas por quienes las encargaban, que querían conseguir la ruina de sus enemigos por una vía o por la otra, o por ambas a la vez. Eran personas pudientes que pagaban a profesionales. Más tarde su uso se hizo mucho más popular. El texto responde a un esquema fijo, una suerte de encantamiento o conjuro que componían mujeres u hombres expertos empleando rituales relacionados con el inframundo, puesto que se depositaban dentro de tumbas, especialmente de bebés o personas que habían fallecido antes de tiempo.

La tablilla de Pela es un texto singular: una mujer humilde, que podría haberse llamado Fila (Phila «querida, amada» era muy frecuente en la región) es la responsable. Maldice el matrimonio de Teotima y Dionisofonte y desea lo peor para su enemiga, «que se muera de forma terrible» y para ella pide «poder envejecer junto a su amado Diosofonte». No se trata de una declaración de amor, sino de un intento de asegurarse el sustento junto a su amado, ya que las condiciones económicas de las mujeres eran precarias si no compartían su vida con un hombre.

 

Araceli Striano Corrochano