La formación del esmalte dentario: un «reloj biológico»
El esmalte de los dientes es una verdadero «reloj biológico», porque las coronas de los dientes guardan memoria de su formación. El proceso de formación del esmalte experimenta una breve pausa, que en las poblaciones humanas actuales sucede cada ocho-nueve días en promedio y con una variación de entre seis y once días, como muestra la ilustración superior.
Algunos datos sugieren que ese promedio es algo más reducido en las especies del género Homo del Pleistoceno. Esas pausas producen unas estrías visibles a pocos aumentos, que reciben el nombre de «estrías de Retzius», en honor a su descubridor, el anatomista sueco Anders Adolph Retzius (1796-1860). Como en el caso de las estrías transversales, estas marcas permanecen inalteradas durante toda la vida del individuo.
La peculiar geometría del crecimiento del esmalte permite observar y contar tanto las estrías transversales como las estrías de Retzius. Estas últimas son visibles en la superficie de la corona (esmalte lateral), donde reciben el nombre de «perikima» (en plural, «perikimata»). En teoría, el contaje de los perikimata permitiría averiguar de forma aproximada el tiempo de formación de las coronas de los dientes. Sin embargo, algunas estrías de Retzius no se manifiestan en el exterior de la corona (esmalte cuspal). Así que en la práctica, se deberían cortar los dientes para contar todas las estrías de Retzius y realizar una estimación del tiempo total de formación de las coronas de los dientes. Un requisito fundamental es que los dientes no hayan sufrido desgaste, evitando así la reconstrucción de la parte perdida de la corona. [José María Bermúdez de Castro]