La choza, vivienda campesina y obrera

La choza, vivienda campesina y obrera
Década de 1950. Minuta cartográfica MT50 que sitúa la presa de Los Hurones en construcción, el poblado de Los Hurones (aguas abajo de la presa) y el poblado de chozas en El Rodadero (aguas arriba), con una capa del mapa topográfico actual que resalta la zona embalsada. Minuta y mapa tomados del Instituto Geográfico Nacional © Beatriz Díaz Martínez

La choza, vivienda campesina y obrera

Los chozos o chozas fueron la principal forma de vivienda tradicional en la zona estudiada hasta entrados los años setenta. La mayor parte de las familias campesinas que habitaban de forma dispersa los montes y fincas cercanas, fueran ganaderas, labradoras, carboneras u hortelanas, vivían en chozos. María Delgado nació en 1947 en un chozo de retama a unos kilómetros de Algar, su hermano pasó unos años con su abuela en un chozo en El Majar de Ruiz, y también fue un chozo de retama donde vivió la familia cuando trabajaban en Los Hurones.

En los primeros años de la obra llegaron a la zona muchos trabajadores, alquilaron temporalmente una habitación en Algar, y a diario llegaban al trabajo por una vía de servicio en el único camión con que contaba la empresa. Enseguida se sumaron otros miembros de su familia, que ocuparon la misma habitación o con suerte una vivienda alquilada. En 1953, con el poblado de Los Hurones recién edificado, parte de los trabajadores sin familia tuvieron plaza en la hospedería o en el albergue. Los obreros con familia a quienes no se les concedió vivienda en el poblado optaron por vivir en una choza cerca de la obra. Gracias a la autoconstrucción, las familias obreras podían compensar el bajo salario y la falta de transporte, y evitar la separación del grupo familiar, que aportaba estabilidad personal y comunitaria.

Hubo chozas de obreros en varios kilómetros alrededor de la presa. Se recuerdan tres núcleos más definidos: uno en la margen izquierda del río aguas abajo de la presa, a pocos kilómetros del poblado; otro en la margen derecha aguas arriba, en la finca de El Rodadero, que quedó inmortalizado en el mapa topográfico mostrado; y un tercero situado seis kilómetros más arriba, cerca de la cantera de El Cabezo.