La alimentación de la parturienta

La alimentación de la parturienta
Ca. 1528. «El Nacimiento de la Virgen». Ambrosius Benson © Museo del Prado, Madrid

La alimentación de la parturienta

IV El paso al mundo

 

Las representaciones pictóricas de los siglos XV al XVII tituladas «Nacimiento de la Virgen», «Nacimiento de San Juan Bautista» y otras similares, en realidad escenifican el puerperio o posparto de la mujer. En ellas no suele faltar una representación de los cuidados que tanto la parturienta como la criatura recibían por parte de la comadre y de las mujeres que habían asistido al parto. Entre aquellos no faltaba la alusión a los alimentos.

Los diferentes tratados médicos de los siglos XVI y XVII como los de Damián Carbón, Francisco Núñez, Ruices de Fontecha, Lobera de Ávila y otros no dejaron de dar recomendaciones y de sugerir diferentes viandas para favorecer la fecundidad, para mantener la salud de la embarazada, para facilitar el parto y para favorecer una rápida recuperación de la madre. No faltarán caldos y zumos («cocimientos» de garbanzos, «caldo de gallinas», «zumo de Granada»), vino y otros alimentos que, además de ser reconstituyentes y nutritivos, se creía que contribuían a la «purgación» o la expulsión de los malos humores tras el alumbramiento, a aliviar los dolores de útero (los «tuertos» o «la matriz salida») o a rebajar la fiebre o calentura, entre otros problemas; y también productos como leche, queso que ayudaban a que la madre pudiera amamantar a su criatura.

En la tabla de Benson, se aprecia, muy claramente algunos de estos elementos, como el imprescindible caldo que la que parece ser la vieja y experimentada comadrona ofrece a la recién parida; las porciones de pan y queso que sostiene en una cesta otra de las mujeres; o la jarra de vino que preparan dos de las jóvenes presentes. Una escena que revela la especial atención y el cuidado con la que se trataba a una embarazada y parturienta en el ámbito de una cultura femenina. [Jesús María Usunáriz Garayoa]