Gestión de los servicios ecosistémicos

Gestión de los servicios ecosistémicos
2016. Paisaje amazónico de la región de Napo (Ecuador). Ecuador acoge una zona elevada de la Amazonia formada por las cordilleras del alto Napo, cuyos bosques mantienen una gran biodiversidad, son ricos en  recursos naturales, y acoge dos grupos étnicos principales, quichuas amazónicos y huaoranis © AEEH

Gestión de los servicios ecosistémicos

Los ecosistemas proporcionan servicios que satisfacen las necesidades de las personas y de las sociedades y contribuyen a su bienestar, como repasa la FAO en Servicios ecosistémicos y biodiversidad. El programa científico Evaluación de los Ecosistemas del Milenio estableció cuatro categorías de servicios ecosistémicos: de «aprovisionamiento» (vinculados con agua, alimentos, energía, materia prima para realizar objetos…) de «regulación» (vinculados con control del clima y de las enfermedades), de «apoyo» (vinculados con los ciclos de nutrientes y con la polinización de cultivos), y «cultural» (vinculado con relaciones sociales, el aprendizaje formal y el conocimiento, los beneficios espirituales y recreativos). El funcionamiento y la gestión de estos servicios, estrechamente vinculados, se ha transformado a largo de la historia de la vida a través de los llamados «impulsores del cambio», cuya acción se ha acelerado mucho en el Antropoceno.

Los impulsores incluyen factores naturales e inducidos por nuestra especie, capaces de actuar de manera directa o indirecta sobre los procesos biofísicos de los ecosistemas. Los impulsores directos son el resultado de las decisiones y acciones que realizamos las personas para obtener los elementos esenciales que permiten mantener nuestras capacidades biológicas y culturales, así como la estabilidad de los ecosistemas que ocupamos. Entre los impulsores directos destacan los cambios en uso del suelo o de la biodiversidad, la recolección y consumo de recursos naturales, los cambios tecnológicos o la introducción de insumos externos. Entre los impulsores indirectos, muy asociados con los indirectos, se incluyen las tendencias demográficas, las decisiones políticas, la ciencia y tecnología, y la cultura, entendida como la expresión de creencias, valores, identidades y sistemas relacionales (entre géneros, clases, etnias, países). Tanto unos como otros se asocian con patrones diferenciales de gestión ambiental y de uso del tiempo entre mujeres y hombres a lo largo de sus ciclos vitales y entre grupos sociales, etnias y países, aspectos esenciales para evaluar el nivel de desigualdad y sus tendencias, a través de los ODS y sus indicadores.

La Evaluación de los ecosistemas del Milenio es una iniciativa conjunta de organismos internacionales para orientar la toma de decisiones. La OMS está especialmente interesada en las posibles consecuencias que el funcionamiento alterado de los ecosistemas tiene para la salud. [Cristina Bernis]