Enfermedades compartidas, riesgo diferencial: tabaquismo y género
El hábito de fumar y sus consecuencias diferenciales sobre la salud por grupo de edad, género y población se han transformado en los últimos doscientos años, al pasar de ser un privilegio de la aristocracia masculina a una costumbre extendida a mujeres y hombres de todos los sectores sociales.
El género es el principal condicionante del exceso de muchas causas de morbi-mortalidad masculina, como los comportamientos ligados a accidentes de moto y coche o los ligados al tabaquismo. En España en 2014 se había reducido el consumo de tabaco, pero el 29% de su población todavía era fumadora frente al 26% en Europa, manteniéndose una mayor proporción de fumadores entre los hombres (27%) que entre las mujeres (17%).
Las consecuencias diferenciales del tabaquismo en mujeres son el resultado de la rotura de un tabú de género que consideraba impropio que fumaran, pero también tienen un componente, sexual, ligado a la biología de la reproducción, de manera que las fumadoras tienen más probabilidades que las no fumadoras de sufrir esterilidad y sub-fecundidad, más riesgo de partos pre término, de muerte del recién nacido, y de menor producción de leche materna, además de tener densidades óseas más bajas y experimentar menopausias más tempranas.
Las motivaciones tanto para fumar como para dejarlo son diferentes en mujeres y hombres. Conscientes de ello, las compañías tabaqueras realizan una agresiva publicidad dirigida a las mujeres, en la que se asocia fumar con belleza, prestigio social y libertad. Y también, a medida que aumenta la proporción de no fumadores y exfumadores en los países más ricos, aumenta la publicidad dirigida a los países en desarrollo.
Foto, Pablo Linés Viñuales