Embarazo y nacimiento en las cartas de Mariana de Austria
II La muerte que precede a la vida
Mariana de Austria (1634-1696) llegó al trono de España al casarse con su propio tío, el rey Felipe IV. De esta unión nacería el último Habsburgo que ocupó el trono de la Monarquía Hispánica. La joven dio a luz por primera vez cuando apenas contaba dieciséis años y medio; a este embarazo se sumarían otros cinco en los ocho años siguientes. Sin embargo, la sucesión al trono seguiría siendo un asunto pendiente: Fernando Tomás (nacido en 1658) murió dos meses antes de cumplir un año y el primogénito varón, Felipe Próspero (nacido en 1657), no superó su tercer año de vida.
Mariana se carteaba con su íntima amiga Johanna Theresia von Harrach y con la madre de esta, y la relación epistolar entre ellas nos proporciona una detallada impresión de su vida cotidiana. Las cuestiones de salud estaban entre sus intimidades y no faltan menciones a su embarazo con el futuro príncipe Carlos (1661–1700). Así, tres meses después de la concepción, expresaba su alivio por la ausencia de jaquecas. Las náuseas matinales, por otro lado, no eran «nada nuevo» para ella pues «la preñez lo trae consigo». Poco después escribía regocijándose por los signos inconfundibles de la nueva vida que crecía en su seno: los primeros movimientos perceptibles del que sería Carlos II.
Este nació en circunstancias excepcionales. Su hermano y heredero al trono, Felipe Próspero, había sucumbido a las dolencias que venían aquejándole desde la cuna poco antes de su cuarto cumpleaños, tan solo cinco días antes de que Carlos viera la luz del mundo. Su muerte teñía de negro el futuro de la casa de Austria en el trono español. Para Mariana, sin embargo, la tragedia más desgarradora estaba en el presente: «No os podéis imaginar cuánto ha sufrido este niño. Y después lo atormentaron tanto los doctores que al final lo mandaron a la tumba». En esa situación, el nacimiento de otro príncipe tan pocos días después de la muerte de su hermano era un milagro. En palabras de la propia reina, Carlos era «muy sano y fuerte», por lo que presumía de no haber parido «un hijo tan grande como este».
En lo que le quedaba de vida, Mariana hizo todo por amparar a este «niño más hermoso que he tenido». En vano, Carlos fue un príncipe enfermizo y un Rey con poca iniciativa propia. Murió en 1700, cuatro años después de su madre, y con él se extinguió la rama española de los Austria. [Christian Standhartinger]