El Trastorno de déficit de atención e hiperactividad: ¿cómo aproximarse a nuevos problemas de salud?
El Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico, clínicamente heterogéneo, caracterizado por síntomas generalizados y persistentes de falta de atención, hiperactividad e impulsividad según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5). Es un trastorno de la conducta que se inicia en la infancia y que tiene una prevalencia de entre el 3 y el 7% en la población escolar, persistiendo en la adolescencia y en la edad adulta en el 50-70% de los casos. Esta elevada prevalencia lo convierte en un importante problema de Salud pública debido a que la sobrecarga emocional que se produce en los diferentes entornos del afectado tiene consecuencias en el sistema de salud, los servicios educativos, los cuidadores, las familias y la sociedad en general. Desde el ámbito de la Antropología Biológica, nuestro trabajo está centrado en valorar el crecimiento y desarrollo de los niños y las niñas afectados, así como el empleo de marcadores del neurodesarrollo que, como los dermatoglifos, puedan contribuir a su diagnóstico precoz.
En cuanto al crecimiento y desarrollo, aunque el Bajo peso al nacimiento (menos de 2.500 gramos en ambos sexos) y el parto pretérmino (antes de la semana 37 de gestación) han sido contemplados como causas en el desarrollo del TDAH, las consecuencias en la salud en la etapa adulta de un crecimiento prenatal alterado y de un crecimiento durante la infancia y la adolescencia marcado por mayores tasas de actividad, alteraciones en la nutrición y, en muchos casos, medicación no ha sido adecuadamente valorada. Sorprendentemente, la hiperactividad característica del trastorno no impide el desarrollo y la persistencia del sobrepeso y obesidad en los niños y niñas afectados. De este modo, la programación fetal asociada al crecimiento y desarrollo en ambientes adversos durante la vida prenatal, la infancia y la niñez podrían incrementar, de un modo significativo, el riesgo de padecer enfermedades crónicas en la vida adulta, que acorten la vida de las personas afectados.
Por otro lado, la importancia del diagnóstico precoz —al disminuir las consecuencias derivadas del trastorno tanto para la persona afectada como para su entorno familiar, social y sanitario— hacen que la búsqueda de marcadores de su desarrollo sea de gran interés. Dado el origen embrionario común, a partir del ectodermo, del Sistema nervioso central y de la piel, los patrones formados por las crestas dermopapilares constituyen un marcador de las influencias ambientales que actúan durante el desarrollo cerebral prenatal, debido a que las crestas epidérmicas se diferencian y forman coincidiendo con una fase crítica del desarrollo del cerebro. Aunque su morfología está genéticamente determinada, son susceptibles a los mismos factores ambientales que pueden alterar el desarrollo cerebral y, una vez finalizado su desarrollo, permanecen sin cambios y pueden actuar como registros del ambiente prenatal. [Esperanza Gutiérrez Redomero]