El período juvenil: ajustando la edad de maduración sexual

El período juvenil: ajustando la edad de maduración sexual
2007. Una loba ('Canis lupus') amamantando a sus tres crías (la camada habitual media de esta especie es de seis crías), nacidas en el Zoo de Madrid. Foto: Teresa Palacios © Teresa Palacios

El período juvenil: ajustando la edad de maduración sexual

Antes de que Charnov presentará su modelo, Promilsow y Harvey demostraron en 1990 que, controlado el efecto del tamaño corporal, la mortalidad es la variable que mejor predice los componentes de las historias de vida mamíferas y, en concreto, la mortalidad juvenil, antes que la adulta. Denominamos periodo juvenil (o juventud) al tiempo que transcurre entre el destete y la maduración sexual. ¿Cómo lograr este ajuste selectivo entre prolongar el crecimiento y postergar reproducirse, reduciendo el riesgo de morir antes de alcanzar la maduración sexual?

Ambientes estables con recursos predecibles pueden favorecer este ajuste, siendo quizás el caso de los primates y el medio arbóreo tropical ancestral que ocupábamos. Otro mecanismo que favorecerá este ajuste es la inversión parental, término que hace referencia al coste en tiempo, energía y recursos de producir crías y cuidarlas hasta su independencia. Sin poder establecerse claramente la causalidad, especies con baja mortalidad adulta invierten en crías que crecen lentamente, manteniendo dilatados ciclos intergeneracionales: invertir en la descendencia garantiza su supervivencia, también durante la etapa adulta. El período juvenil es un período de aprendizaje, que favorece el desarrollo de habilidades que otorgan flexibilidad conductual en la etapa adulta, lo que permite responder plásticamente a factores ecológicos imprevisibles. Sin un incremento significativo del tamaño cerebral relativo en la mayoría de los órdenes mamíferos (por ejemplo, los cánidos, como el de la imagen superior, una loba con sus crías), las especies sociales dedican el largo período juvenil al aprendizaje de destrezas y roles adultos. Es la denominada «learning hypothesis». De hecho, el período juvenil coincide, tras haber finalizado de crecer en volumen, con el período de maduración cerebral: el cerebro literalmente se construye plásticamente por medio de los procesos de sinaptogénesis y mielinización gracias a la estimulación ambiental.

Pero la cuestión es que el período juvenil debería aportar ventajas selectivas por sí mismo, no en relación a la supervivencia en la etapa adulta, ya sea por el tamaño o las competencias adultas. En tal sentido se ha argumentado que crecer lentamente aporta también la ventaja adaptativa de reducir los requerimientos energéticos y nutricionales, pudiendo así hacer frente a crisis alimentarias puntuales, o eludir el conflicto —por los alimentos o el estatus— con adultos del mismo sexo en grupos sociales jerarquizados. Es la denominada «juvenile risk aversión hypothesis». [Carlos Varea]