¿El paraíso perdido?
El archiconocido El jardín de las delicias de El Bosco representa tres estadios del mundo en sus respectivas tablas, con el Pecado como denominador común. Aunque según Falkenburg el tema del cuadro es el destino de la humanidad, también es posible hacer una lectura desde una perspectiva medio ambiental contemporánea. El tríptico abierto representa tres escenas que van desde un mundo ideal (el Paraíso) hasta un mundo apocalíptico (el Infierno). La tabla izquierda sería el Paraíso terrenal, con Adán y Eva como protagonistas. En él vemos a todas las criaturas en armonía: animales y humanos respetan y comparten una naturaleza incontaminada. La fauna y la flora abundan y fluyen libremente por toda la superficie de la composición. En la tabla central el pintor muestra «el jardín de las delicias”, un Paraíso engañoso que bien podríamos comparar con el mundo hoy. Aparentemente es una continuación del Paraíso terrenal (de hecho, la línea del horizonte y los vivos colores se mantienen) pero vemos un hacinamiento de los personajes, la explotación de la naturaleza y de toda criatura, humana y animal. En definitiva, un descontrol general que solo puede llevar al caos. Y finalmente, en el panel derecho nos encontramos con el Infierno representado por un paisaje oscuro, contaminado, invivible, donde unos se comen a otros. Es quizás el futuro que la humanidad debería temer si no cambia su rumbo hacia un desarrollo más sostenible.
Recientemente, Leonardo di Caprio ha usado esta misma alegoría del jardín de las delicias para iniciar Before the flood (2016), su película documental sobre el cambio climático.
Marta García Haro, jefe de proyecto Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS)