El deterioro de la salud mental
El informe de 1999 Special Topics on Social Conditions in Iraq incluía por primera vez una evaluación del impacto de las sanciones y los recurrentes ataques militares sobre la salud metal de la población iraquí y, en concreto, sobre la infancia.
El informe daba cuenta de que el 56 por ciento de los menores de 10 años sufría angustia y desórdenes psicológicos, mientras que el número de niños y niñas de entre 10 y 14 años tratados por desórdenes mentales había aumentado en un 124 por ciento entre 1990 y 1998. En la población adulta el número de personas atendidas por problemas mentales se incrementó en un 157 por ciento en ese mismo período, y el de ingresos hospitalarios en un 137 por ciento. Entre un 30 y un 50 por ciento de la consultas médicas atendidas resultó corresponder a trastornos mentales.
El mismo informe indicaba que los índices de delincuencia juvenil se habían duplicado desde el inicio del período de sanciones. Pese al esfuerzo de las autoridades, de los líderes comunitarios, de las emergentes redes sociales, las sanciones económicas impusieron en la juventud iraquí una devaluación absoluta de los valores cívicos que representaban la generación de sus padres: tolerancia, laboriosidad, educación, defensa y compromiso con lo público.
Ello contribuirá a la implosión social que sacudirá al país tras la ocupación, a partir de 2003: un joven alistado en los nuevos cuerpos de seguridad o en una milicia confesional ganará más que un especialista médico o un profesor universitario.