El contrabando, industria y cultura

El contrabando, industria y cultura
Años 1950. La Línea. Mujeres y hombres exponen sus mercancías en una calle de La Línea. Fuente: Blog ‘La Línea de la Concepción en Blanco y Negro’, de Luis Javier Traverso

El contrabando, industria y cultura

Al igual que en otros espacios fronterizos, los grupos sociales dominantes a ambos lados de la frontera entre La Línea y Gibraltar ejercieron contrabando a gran escala y con un mínimo riesgo personal, apoyándose en la población local. La industria del tabaco de la colonia como otras industrias ahorraba en transporte y en aranceles, y obtenía beneficios gracias a las grandes desigualdades sociales en la comarca.

En El Campo de Gibraltar el contrabando a pequeña escala se insertaba en redes de transporte legal, en la recova, en los pequeños comercios y en el trueque. Al tener un alto coste personal, se escogía cuando no había opciones menos arriesgadas, o como fuente de ingresos complementaria. Su éxito descansaba necesariamente en la aceptación implícita y en la protección de la comunidad. Los trabajadores españoles en Gibraltar completaban su salario haciendo de porteadores de mercancías que llegaban a Gibraltar y adulterando tabaco, jabón y otros productos preciados en España.

Las niñas y los niños de la comarca jugaban a «contrabandistas y carabineros», o «juego de los matuteros», en el que el grupo de carabineros persigue a los contrabandistas o mochileros. La cultura del contrabando se transmite también a través de la literatura oral. La siguiente copla de chacarrá, fandango típico de El Campo de Gibraltar, fue recogida por la Asociación Litoral:

«Tienes una cinturita
 que parece un contrabando,
 que tos los contrabandistas
 andan por ella penando».

Y ésta de Francisca Aguilar alude específicamente al estraperlo por las mujeres:

«Debajo de la capa de Luis Candela
 se lleva el estraperlo la Micaela