Las muñecas infantiles en el Siglo de Oro: entre el juego y el estímulo maternal

Las muñecas infantiles en el Siglo de Oro: entre el juego y el estímulo maternal
Izquierda: 1584. «Retrato de niña de tres años». Isaac Claesz van Swanenburg © Museo Estatal Pushkin de Artes Plástica, Moscú. Derecha: 1550. «Cristo bendiciendo a los niños» (detalle). Lucas Cranach el Joven © ‘Metropolitan Museum’, Nueva York, ‘Public domain by Creative Commons Zero license’ (CC0)

Las muñecas infantiles en el Siglo de Oro: entre el juego y el estímulo maternal

I Procreación

 

Durante el Siglo de Oro, la función de las muñecas infantiles trascendió más allá de su concepción de meros objetos de juego, hallándose en ellas un medio catalizador de la maternidad. Las actividades lúdicas con muñecas implicaban una forma didáctica de familiarizarse con los cuidados que cualquier madre proporcionaba a su hijo, por lo que debe verse en ellas ensayos preparadores para abordar futuros alumbramientos. Este hecho es perceptible en las pinturas de la Europa moderna que ilustran niñas portando muñecas fajadas o en pañales, simulando recién nacidos, y que, con toda seguridad, también tuvieron las infantas Isabel y Catalina de Austria.

Los documentos de contaduría habsbúrguica conservados en los Archivos de Palacio y de Simancas revelan que, durante su niñez, las hijas de Felipe II reunieron una notable colección de muñecas de origen dispar. Algunas de ellas fueron confeccionadas con tela por los sastres de la Casa de la reina, Duarte de la Cate (act. 1560-1568) y René Geneli (act. 1565-1596). Otras, se compraron al mercader Baltasar Gómez (act. 1560-1585), y un tercer grupo respondió a aquellas que su abuela materna, Catalina de Médicis, les remitía desde la corte francesa.

Lógicamente, estas figurillas vestideras fueron uno de los principales recursos de entretenimiento de las infantas. Así lo confirma la poetisa mística Luisa de Carvajal y Mendoza (quien fue criada en las Descalzas Reales al amparo de su tía María Chacón, aya de las infantas), al exponer en sus notas biográficas que pasaba la mayor parte del tiempo jugando con ellas a las muñecas. De igual modo, Ana de Diestrichstein, dama de honor de Ana de Austria, declaraba en una misiva remitida en 1576 a su madre, Margarita de Cardona, que con frecuencia compartía juegos de muñecas y cocinitas con las pequeñas Isabel y Catalina. [José Antonio Fernández Fernández]