Diana y el vuelo nocturno de las brujas

Diana y el vuelo nocturno de las brujas
Circa 1451. Primera representación conocida de una bruja montada en una escoba, acompañada de otra mujer que vuela sobre un palo blanco. Se trata de unos dibujos marginales del poema de Martin Le Franc titulado 'Le champion des dames' © Paris, 'Bibliothèque Nationale de France', Paris, MS. Fr. 12476, fol. 105v.

Diana y el vuelo nocturno de las brujas

I. Divinidades femeninas asociadas

Remontándonos a época romana, la fusión entre Diana y las diosas Hécate, relacionada con la hechicería, y Proserpina, con lo infernal, dio como resultado la diosa ecléctica conocida como Diana Trivia. Gracias a la unión de sus atributos, fue asociada a la brujería, la oscuridad y el mal, lo que permitió, en época cristiana, añadirle nuevos aspectos negativos, como un séquito de animales nocturnos. A esto se sumó una creencia pagana fundamental para los aquelarres: el vuelo nocturno del alma. Este se conseguía induciendo un estado extático que permitiera la salida del alma al encuentro del séquito de Diana. Según Jordanes de Bérgamo (s. XV), esto se lograba mediante ungüentos aplicados en una vara sobre la que subirse para obtener sus efectos por vía vaginal —origen de la posterior imagen de la bruja con escoba—. Como los mencionados por Apuleyo en La metamorfosis o El Asno de oro (I, 21-24), contendrían plantas solanáceas como la Mandrágora officinarum o el Hyoscyamus niger, mezclado, quizás, con opio.

Esta creencia se acogió con escepticismo en la Iglesia, entendiéndose como fantasías inducidas por el Maligno. En 906, Reginon de Prüm sostiene que no se debe creer a estas mujeres «seducidas por las ilusiones y espejismos de Satán», que «van de noche con Diana» montando «ciertos animales», pues se creería que eso ocurre «no en espíritu (in animo), sino corporalmente (in corpore)». 

Sin embargo, la difusión generalizada de la creencia en el vuelo nocturno propició el debate acerca de si era solo una ilusión diabólica o si dichas mujeres realmente realizaban aquellos vuelos para reunirse ya no con la diosa pagana Diana, sino con el mismísimo Satán. Se impondría la segunda, dando lugar a la caza de brujas.

 

Paula Avendaño Román