Desigualdades sociales en peso al nacer
En su documento de 2006 titulado Promoción del desarrollo fetal óptimo, la OMS definió el «desarrollo fetal óptimo» como «[…] el estado al nacer en el que el neonato tiene más probabilidades de sobrevivir y crecer a lo largo de la transición neonatal y el primer año de vida, y de estar preparado para que efectos de las primeras etapas del desarrollo no repercutan negativamente en su ciclo vital.» (p. 14). La OMS señala que el desarrollo fetal óptimo debería considerarse un aspecto esencial del desarrollo social y un paso obligado hacia la salud para todos, resaltando además la estrecha correlación encontrada entre la igualdad y la equidad de género y el bienestar de la infancia.
El Bajo peso al nacer (BPN, nacidos de ambos sexos con menos de 2.500 gramos para cualquier edad gestacional) es uno de los indicadores de salud más importantes, dado que afecta a la viabilidad y el desarrollo saludable de los recién nacidos y conlleva el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en etapas posteriores del ciclo vital. Además, al ser independiente de la edad gestacional, es el indicador más utilizado para evaluar la salud materno-fetal y sus tendencias temporales, pues es sencillo de establecer directamente a partir del registro del peso al nacimiento, tanto en contextos históricos en países industrializados, cuando el parto en casa era aún predominante (no muy lejanos, como el que muestra la imagen superior) como, en la actualidad, en países de ingresos medios o bajos.
La prevalencia de BPN aumenta cuando las condiciones socioeconómicas son más desfavorables. Incluso en países de altos ingresos, persisten las desigualdades sociales en salud perinatal. Estas diferencias pueden incrementarse en períodos de recesión económica como consecuencia de la combinación de factores personales, familiares y comunitarios a través de una reducción de los recursos materiales, del deterioro de las condiciones ambientales y del aumento del estrés psicosocial. Es lo que ocurrió en España (y en otros países) durante la crisis económica iniciada en 2007, o cabe imaginar que determinará la pandemia del covid-19. Entre 2007 y 2015 la prevalencia de BPN aumentó en España en todas las categorías maternas, indicio del impacto general de la crisis económica sobre la gestación a través del aumento del estrés materno, y ello a pesar del marcado sesgo socioeconómico de las mujeres que fueron madres. También se incrementaron las disparidades sociales en salud perinatal, de tal manera que la prevalencia de BPN en bebés de madres de más desfavorecido nivel socioeconómico superó el 9%, más de tres puntos por encima del de madres en mejor situación, un valor propio de países de ingresos bajos. Las disparidades sociales en BPN se asocian esencialmente más con diferencias en la educación de la madre que en su ocupación, y son máximas entre madres multíparas, cuyo gradiente educativo representa los extremos del arco social. La educación materna es el más claro vehículo de transmisión intergeneracional de capital humano y desigualdades sociales. [Carlos Varea]