Cómo valorar un gran cerebro
Los organismos con un grado mínimo de complejidad somática precisamos de un cerebro para controlar nuestros movimientos y gestionar la información sensorial recibida. Más allá de estas tareas esenciales, la consideración sobre si una especie tiene o no un gran cerebro para su tamaño corporal se remite a funciones adicionales relativas al procesamiento de la información exterior y a la respuesta conductual flexible, habilidades cognitivas que inevitablemente agrupamos bajo el esquivo concepto de inteligencia.
¿Cómo saber si una especie tiene un mayor tamaño cerebral del que le correspondería para su tamaño corporal? No es buen procedimiento comparar tamaños cerebrales absolutos: grandes especies precisan de grandes cerebros absolutos. Por ejemplo, el cerebro del jibarte (o ballena jorobada, Megaptera novaeangliae, a esta especie pertenecen la madre y su cría que aparece en la imagen) pesa al menos tres veces más que el de un ser humano (4,7 kilos frente a un promedio de 1,4), pese a que somos la especie con mayores capacidades cognitivas.
Tampoco lo es comparar el porcentaje de tamaño cerebral respecto al corporal. Si así lo hiciéramos, nos sorprendería comprobar que compartimos con los pequeños lémures ratones del género Microcebus (que pesan menos de 50 gramos) cerebros cuyo peso corresponde al 3% del peso corporal. Es más, lo sorprendente es que compartamos ese porcentaje con nuestros más lejanos parientes primates, dado que animales más grandes tienen proporcionalmente cerebros más pequeños que animales de menor tamaño: precisamente, esa es nuestra excepcionalidad.
Ello se debe al hecho de que en términos evolutivos la relación entre el crecimiento del cerebro y del cuerpo es alométrica, de tal manera que el cerebro no crece linealmente al hacerlo el conjunto del organismo, como ocurre con otros órganos. Como hemos visto con relación al crecimiento en tamaño corporal y gasto energético, al crecer el tamaño del cuerpo en un determinado linaje de especies el cerebro también crecerá, pero menos, de tal manera que cabe esperar que, por ejemplo, grandes mamíferos tengan cerebros relativos menores que mamíferos más pequeños. [Carlos Varea]