La Agenda 2030, marco para evaluar el ciclo vital humano
La Agenda 2030 proporciona un modelo de referencia para evaluar el desarrollo sostenible (económico, social, político y ambiental), que incluye tanto las metas a conseguir, como posibles indicadores para coordinar las políticas locales y globales destinadas al cuidado de la vida y de la naturaleza. Recientes publicaciones sobre los avances realizados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han subrayado la necesidad de un enfoque que abarque la totalidad del ciclo vital humano para, entre otras cosas, anticipar las tendencias demográficas, estrechamente interconectadas en los 17 Objetivos
El ciclo vital es una característica específica, definida por su duración potencial, por el número, extensión y características de sus etapas de desarrollo, por la expresión fenotípica de los procesos ontogenéticos, por la singularidad de los patrones reproductores y el cuidado de sus descendientes. La duración de las etapas del ciclo vital y su expresión diferencial entre individuos y poblaciones difieren en función de los ecosistemas, países y áreas geográficas que ocupen, de sus tendencias demográficas (ligadas a reproducción y viabilidad) y de la manera de obtener agua y energía (vital y cultural). La secuencia temporal de las combinaciones entre estos aspectos ha generado diferentes niveles de transformación ambiental y de sostenibilidad futura. Su análisis desde nuestra perspectiva biocultural es coincidente con la perspectiva de la salud, propuesta por la OMS. Su análisis en el contexto de la Agenda 2030 permite identificar los factores de transformación, que modulan la expresión diferencial de los procesos biológicos y de la salud, y permiten evaluar sus posibles consecuencias sobre los ecosistemas.
Existen un amplio consenso sobre los seis principales factores de transformación íntimamente ligadas a las características de nuestro ciclo vital: migración y urbanización; incorporación de las mujeres al mercado laboral profesionalizado y nuevos estilos de vida; la extraordinaria reducción de las tasas de fertilidad; el rápido envejecimiento poblacional; la creciente desigualdad entre ingresos, géneros, sectores sociales y países; y, finalmente, el rápido cambio tecnológico ligado a la revolución virtual, que requiere nuevas habilidades para cubrir las demandadas del mercado y el creciente riesgo de colapso ambiental. [Cristina Bernis]