Abusos sexuales a las trabajadoras transfronterizas

Abusos sexuales a las trabajadoras transfronterizas
2010. Isabel Álvarez y Francisca Aguilar, trabajadoras en Gibraltar entre las décadas 40 a 80, charlan junto al escaparate de la panadería y pastelería Amar (‘Amar's Bakery and Confectionery’), en Gibraltar. La panadería se abrió en 1820. Elabora productos según lo establecido por la religión judía y antiguamente horneaba para la calle ciertas comidas judías. Fotografía: Beatriz Díaz Martínez © Beatriz Díaz Martínez

Abusos sexuales a las trabajadoras transfronterizas

El abuso sexual a mujeres fue una realidad frecuente a ambos lados de la frontera, en el contexto de la dependencia transfronteriza. Afectó a las mujeres empleadas de hogar y en la restauración, y a quienes necesitaban trabajar en Gibraltar. Los testimonios inciden en que estos abusos eran extendidos. Francisca Aguilar recuerda: «Muchas mocitas que querían entrar en Gibraltar las conquistaban (sic) los policías secretas; tenían que acostarse con ellos y ya luego les daban el pase».

La mirada criminalizadora sobre las mujeres que trabajaban en Gibraltar se transmitía en comentarios referidos a la «pérdida de la decencia» y a su «mala imagen». Isabel Álvarez explica: «Mi marido no quería que trabajara en Gibraltar. «¡Sabe Dios cómo te ganas el dinero!», me decía».

Por el mismo motivo, el trabajo de las mujeres estraperlistas o matuteras «estaba mal visto», según expresión de las propias entrevistadas. El escritor José Araújo conoció los abusos sexuales en la persecución del pequeño contrabando o matute entre Tarifa y Gibraltar, desempeñado por mujeres viudas de marineros con hijos a cargo: 

«Los miembros de la brigadilla (los guardias civiles de paisano que perseguían el contrabando) a veces no detenían a la matutera. Unos por buen corazón y otros a cambio de algo, que podía ser una relación sexual (sic).»