Abusos sexuales a las trabajadoras transfronterizas
El abuso sexual a mujeres fue una realidad frecuente a ambos lados de la frontera, en el contexto de la dependencia transfronteriza. Afectó a las mujeres empleadas de hogar y en la restauración, y a quienes necesitaban trabajar en Gibraltar. Los testimonios inciden en que estos abusos eran extendidos. Francisca Aguilar recuerda: «Muchas mocitas que querían entrar en Gibraltar las conquistaban (sic) los policías secretas; tenían que acostarse con ellos y ya luego les daban el pase».
La mirada criminalizadora sobre las mujeres que trabajaban en Gibraltar se transmitía en comentarios referidos a la «pérdida de la decencia» y a su «mala imagen». Isabel Álvarez explica: «Mi marido no quería que trabajara en Gibraltar. «¡Sabe Dios cómo te ganas el dinero!», me decía».
Por el mismo motivo, el trabajo de las mujeres estraperlistas o matuteras «estaba mal visto», según expresión de las propias entrevistadas. El escritor José Araújo conoció los abusos sexuales en la persecución del pequeño contrabando o matute entre Tarifa y Gibraltar, desempeñado por mujeres viudas de marineros con hijos a cargo:
«Los miembros de la brigadilla (los guardias civiles de paisano que perseguían el contrabando) a veces no detenían a la matutera. Unos por buen corazón y otros a cambio de algo, que podía ser una relación sexual (sic).»