Marzo 2020

Las Kellys: explotación y precariedad de las mujeres

Las Kellys. Acrónimo de «las que limpian» las habitaciones de hotel. Mujeres precarias, sin descansos, enfermas, vulnerables, explotadas. En este ocho de Marzo, traemos a las Kellys como ejemplo de las luchas de las mujeres. Luchas que se entrecruzan en injusticias y desigualdades interconectadas entre sí: precariedad laboral, mujeres migrantes, violencia de género, salud laboral, explotación… Recordamos, a través de estas trabajadoras, a aquellas otras que también un ocho de Marzo demandaban sus derechos en el contexto de las fábricas de principio del siglo XX, y cuyas luchas y final trágico, dieron lugar a la conmemoración de este mes de Marzo. Al lado de otras reivindicaciones, en este mes queremos resaltar, precisamente, lo que no ha cesado de constituir uno de los ejes fundamentales del patriarcado capitalista: la sobreexplotación y precariedad del trabajo de las mujeres, y, al mismo tiempo, la auto organización colectiva de estas para demandar sus derechos.

La realidad laboral de las camareras de hotel saltó a los medios de comunicación en 2016, cuando se organizaron como Asociación e hicieron públicas sus reivindicaciones.

En ellas, en el trabajo que realizan, en sus cuerpos, se muestran las huellas de la sobreexplotación sin ambages: mujeres medicalizadas con analgésicos para poder soportar las interminables jornadas laborales, el acoso sexual y la violencia por parte de algunos clientes (recordemos el caso Strauss-Kahn), la precariedad en los contratos, las exigencias de un sistema neoliberal que externaliza los trabajos y les obliga a rutinas de trabajo extenuantes (limpiar veintisiete habitaciones por día por 2,50 euros cada una)

Las imágenes de estas mujeres podrían ser la de cualquier mujer realizando las infravaloradas «tareas del hogar», y condensan lo que desde el feminismo se ha venido denunciando: lo «personal es político» (quién realiza las labores domésticas tiene un significado político) y, por ello, por esa identificación con el hogar, a ellas se les paga menos que a personas que desempeñam otros trabajos que se realizan habitualmente en los hoteles. Ellas son como esas amas de casa silenciosas, que mantienen la casa intachable, y a las que apenas se las ve. Hacen su trabajo en silencio, como sombras en los pasillos de los hoteles, presionadas por las empresas y por los clientes. Se les pide esa «invisibilidad» como parte fundamental de su trabajo, y esa invisibilidad se impone y exige también a la hora de establecer las condiciones de trabajo. La extensión de las «tareas de cuidado» al ámbito laboral reproduce las mismas condiciones de su realización en el ámbito doméstico: infravaloración laboral y económica, enfermedad de «las cuidadoras» o sobrecarga de trabajo. Su sobreexplotación y vulnerabilidad revierten en el bienestar y/o felicidad de otros, de los turistas en este caso, buscadores de paraísos low cost al precio de incrementar las injusticias laborales en los servicios que reciben.

Las Kellys nos ponen de manifiesto las caras de la opresión de nuestras sociedades: mujeres, muchas de ellas migrantes, en situación de precariedad laboral. Nos muestran una fuerza de trabajo en condiciones de sobreexplotación, vulnerabilidad y precariedad que parecen haberse convertido en las características del mercado laboral de las sociedades postfordistas. La socióloga Saskia Sassen hablaba, en este sentido de la «feminización de la supervivencia» como resultado de los ajustes estructurales en una economía globalizada: ha empujado a las mujeres hacia trabajos formales e informales mal remunerados y bajo condiciones de explotación laboral, relacionados con los cuidados, creándose circuitos de trabajo altamente feminizados (y devaluados laboralmente). Y es en esos trabajos donde la intersección de opresiones e injusticias —origen, género, clase— se muestran abiertamente.

Las Kellys han sabido organizarse colectivamente y reivindicarse como sujeto político y de derechos. Su lucha, sus demandas, en este siglo XXI representan también un hilo conductor presente en el movimiento feminista desde sus inicios: La inclusión de las mujeres en la economía y en el trabajo en condiciones dignas, el «derecho a tener derechos» (Arendt), el reconocimiento del trabajo productivo de las mujeres. Cuestiones todas ellas, todavía muy presentes y candentes en nuestras sociedades.

 

Cristina Sánchez Muñoz es Profesora Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y Directora del Instituto de Estudios de la Mujer (IUEM) de dicha Universidad. En su trayectoria académica ha desarrollado dos líneas de investigación: Por un lado el estudio del pensamiento de la filósofa Hannah Arendt, la otra línea profundiza la teoría feminista contemporánea. En la actualidad es IP del Proyecto de Investigación «Violencias políticas y género». El Instituto Universitario de Estudios de la Mujer (IUEM) se fundó en 1979, y se reconoció como Instituto Universitario de Investigación en 1993. Desde sus inicios se ha centrado en la investigación interdisciplinar del conocimiento feminista y la docencia como elementos transmisores de los avances científicos. Entre sus actividades destacan el Máster en Estudios Interdisciplinares de Género (desde el 2005), y el Programa de Doctorado en Estudios Interdisciplinares de género, que reúne a nueve universidades españolas, siendo la UAM la universidad coordinadora de este Doctorado. En el terreno de la investigación, realiza bianualmente las Jornadas de Investigación del IUEM. Cuenta con una colección editorial propia dentro de las Ediciones de la UAM, y una revista (Journal of Feminist, Gender and Women Studies). Recibe cada año investigadoras e investigadores nacionales e internacionales en estancias de investigación y a becarias y becarios en movilidad internacional.

Las actividades de las camareras de piso de hoteles en distintos territorios del Estado español se pueden seguir en su página web Asociación Las Kellys. La Asociación indica que la mejor manera de apoyarlas en sus reivindicaciones es no alojarse en hoteles que tengan externalizado el servicio de camareras de las habitaciones, informándose sobre ello antes de formalizar una reserva en un hotel.