Proteger las campanas por medio del toque manual

Proteger las campanas por medio del toque manual
Catedral de Santiago de Compostela © Paz Cabello

Proteger las campanas por medio del toque manual

No puede protegerse el sonido de las campanas y sus torres si no se protege el oficio de campanero y si no se estimula la investigación del complejo mundo de las campanas en la Historia del Arte y de la Música. Los estudios académicos cuentan con algunas publicaciones y apenas se han iniciado trabajos y tesis doctorales, todavía aislados.

Declarar «Bien de interés cultural» (BIC) o conceder un alto valor a una campana suele llevar a su descuelgue y musealización, colocándola en un lugar que será inapropiado: la campana está hecha para estar suspendida en su yugo y en contacto con el aire libre, repartiendo el peso desde los hombros al borde; no está pensada para estar en un lugar cerrado con todo su peso recayendo en la parte más frágil de los bordes que es donde golpea el badajo. Descolgar una campana es inutilizarla, el uso le mantiene con vida.

Musealizar una campana sacándola de su contexto es matarla, dejarla sin su instrumentista y cuidador y sin sus oyentes. Hacer una réplica nueva y musealizar la antigua —como en las catedrales de Santiago, Murcia o Málaga— es ignorar que las campanas son instrumentos que conservan la sonoridad del primer día, lo que nos permite oír los sonidos de hace siglos.

Declarar BIC el toque manual de campanas de un lugar sí puede ser una medida de protección: en tanto que patrimonio inmaterial las campanas son un bien de uso, transformable y fungible y solo en contadas ocasiones podrá guardarse un ejemplar como documentación de un determinado tipo de campanas.